Fotografía de Mónica Garrido de Solo el principio
Andrea y Santi se conocieron en la universidad donde comenzaron una bonita amistad por la conexión que tuvieron desde el principio.
Tanto es así, que se llamaban ‘Mellis’, de mellizos, por lo parecidos que eran. No fue hasta unos años después cuando empezaron su aventura como enamorados, una historia vibrante llena de alegría, viajes y complicidad.
En uno de sus viajes juntos, como no podía ser de otra manera, Santi le pidió a Andrea que se casase con él, viendo el atardecer frente a Praia do Meco (Portugal), un lugar muy especial ya que Santi pasó toda su infancia en Cascaes.
Desde ese momento, ambos tuvieron claro que querían organizar ellos mismos su boda, que fuera un día que les representase tal y como son: sencillos, alegres, cuidando cada detalle, y rodeados de familia y amigos. A los dos les encanta la naturaleza, las noches de verano, la música, las flores, las guirnaldas de luces, los atardeceres…
Fotografía de Mónica Garrido de Solo el principio
Iglesia de San Martín Obispo
Fue entonces cuando decidieron que no había un lugar mejor para casarse que en la Iglesia de San Martín Obispo (San Martín de Valdeiglesias) con el Padre Laureano, amigo de la familia, y celebrarlo en el jardín de la casa de campo de los padres de Santi cercana al Pantano de San Juan, un lugar precioso en medio de la naturaleza, rodeado de grandes árboles verdes y con vistas a la Sierra de Gredos.
Fueron 10 meses de mucha ilusión preparando todo, no solo en la organización y decoración hecha a mano (invitaciones, menú, seating plan, los centros de flores, atrezzo, decoración de mesas, candy bar…) sino también los detalles que tendrían con algunas de las personas más cercanas de los novios.
Fotografía de Mónica Garrido de Solo el principio
Vestido de Raquel López
Siguiendo con esta filosofía, Andrea, aunque no sabía cómo quería que fuera su vestido, se imaginaba en un vestido ligero, sencillo, con flores… Todavía no había empezado a buscar vestido cuando se encontró de casualidad con el vestido ‘Sophie’, de la diseñadora Raquel López, un vestido romántico y vaporoso que combinaba la sencillez con la elegancia de una forma casi poética, que inspiraba juventud, movimiento, delicadeza, feminidad, estilo en cada detalle.
Andrea visitó el Atelier acompañada de sus grandes consejeras, su madre, su hermana y su tía. Todas se enamoraron del vestido nada más verlo y como decía Charo, su madre, ‘es muy ella’. No fue la única que lo dijo, el día de su boda hubo muchos invitados que se lo dijeron también. ¡Ese vestido… no pasó desapercibido para nadie!
Fotografía de Mónica Garrido de Solo el principio
El vestido de sus sueños
Entre las cosas que recuerda con más cariño Andrea está el proceso de crear el vestido de sus sueños. Ella dice que ‘Raquel fue su guía. La creación de un vestido de novia no es sencillo, son muchos los detalles que hay que tener en cuenta, y muchas decisiones que tomar… Raquel fue luz e inspiración’. También fue un apoyo en cómo combinar el vestido con joyas, peinado, zapatos, las flores del ramo…
El cóctel perfecto y personal hizo realidad el vestido con el que soñaba de Andrea.
Escogió zapatos ‘Ganzitos’ en terciopelo beige, ya que eran delicados y convivían perfectamente con el blanco roto del vestido, llevó unos pendientes de Apodemia y un ramo de flores preservadas de ‘Concari’ que le regaló su tía de Estados Unidos, quien viajó junto con su tío y sus primas, desde el otro lado del mundo para estar en un día tan importante.
Fotografía de Mónica Garrido de Solo el principio
El día más bonito de sus vidas
Santi y Andrea vivieron el día más bonito y emocionante de sus vidas, estaban felices porque para ellos fue la expresión más grande de amor que habían vivido nunca, y no solo por lo especial que era para ellos aquel 13 de julio, sino por la magia de estar celebrándolo con tantos amigos y familia, muchos de ellos habían hecho un largo viaje para poder estar allí. La felicidad y la emoción se contagió entre todos, ellos dicen que si tuvieran que quedarse con un recuerdo sería ‘la atmósfera que se respiraba estaba llena de amor y alegría, se creó una felicidad contagiosa entre las dos familias y todos los amigos que parecía como si se conocieran de toda la vida’.
Fotografía de Mónica Garrido de Solo el principio
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