Una wedding coach nos da las pautas para solucionarlos.
La planificación de una boda puede ser una experiencia emocionalmente intensa, llena de decisiones importantes, altas expectativas y una gran cantidad de estrés. Implica una serie de decisiones que afectan tanto a los novios como a sus familias. Desde la elección del lugar de celebración hasta el presupuesto, pasando por los invitados o el estilo de la ceremonia, todo puede ser motivo de discusión.
Para apoyar a los novios ante estos obstáculos, surge un nuevo perfil en auge: la wedding coach. A diferencia de una wedding planner tradicional, que se enfoca principalmente en la organización y la logística, una wedding coach trabaja de manera más profunda en el bienestar emocional de los novios, brindándoles herramientas para que se sientan seguros, conectados y felices durante toda la preparación de su boda.
Principales preocupaciones
Al principio, lo que más suele estresar a los novios durante los preparativos es concretar el presupuesto, seleccionar el lugar y la fecha de la boda. También, decidir si invitar o no a determinados compromisos familiares. A medida que se acerca el día, la distribución de las mesas puede causar tensión, e incluso el deseo de tener una boda “perfecta” que cumpla con las expectativas de los demás y no sea fiel a la identidad de la pareja.
“Mi trabajo, en este sentido, es ayudarlos a crear una boda que refleje sus verdaderos deseos”, explica Judit Morera, psicóloga, wedding planner y CEO de Un Día Único, quien prefiere definirse como wedding coach.
Para ayudar a la pareja, lo primero es definir sus prioridades. “Muchos se sienten abrumados por la cantidad de decisiones que deben tomar —asegura Judit Morera—, lo que puede generar ansiedad y angustia. Hay que guiarlos para que se enfoquen en lo que realmente les importa a ellos y ayudarlos a gestionar el estrés y las expectativas”.
Tensiones entre ellos y con las familias
Las tensiones en la relación pueden surgir por diferencias en cómo quieren que sea la boda. “Por eso es necesario facilitar la comunicación entre la pareja, planificar en conjunto y enseñarles a manejar posibles conflictos familiares”, explica la experta.
Su formación y práctica psicológica le permiten comprender las dinámicas emocionales que aparecen durante los preparativos, y así ayudar a gestionar conflictos o tensiones entre las parejas o con las familias, para que el día de la boda sea una experiencia memorable y positiva en todos los niveles. “Pero para ello —comenta— hay que seguir cuidando la relación. Muchas veces concentran toda su energía en la boda y se olvidan de disfrutar en pareja y de cuidarse a sí mismos durante estos meses”.
Además, la gestión de las presiones familiares también requiere equilibrio y comunicación en la pareja. “Ellos son quienes deben definir claramente cómo quieren que sea su boda. Esto no impide escuchar a las familias, pero siempre que respeten los límites establecidos, desde el afecto. Hay que recordarles que es su gran día y que debe reflejar su deseo, no el de los demás”, insiste Judit Morera.
Planificar los tiempos
Algo esencial para evitar muchos de los conflictos que puedan surgir, sobre todo entre la pareja, son los plazos. “Lo ideal es empezar a organizar una boda entre doce y dieciocho meses antes. Con este margen se pueden tomar decisiones con calma y asegurarse de que los proveedores más solicitados estén disponibles. Cuanto menos tiempo se tenga y más urgencia haya por decidir tantas cosas, más probable será que surjan tensiones. Y en este sentido, el acompañamiento profesional es importante para una planificación sin agobios”.
Ponte en modo “zen” durante los preparativos:
- Delega la organización a profesionales para evitar preocupaciones y disfrutar de este período.
- Vive y disfruta el momento, sin estar pendiente de los plazos.
- Comparte este tiempo con quienes te quieren.
- No te olvides del autocuidado: busca momentos de relajación y placer más allá de los preparativos.
